Descreídas acerca de posicionamientos políticos convencionales y convencidas de que no existe un movimiento animalista, sino una enorme variedad de humanas, en grupos o individualmente, con ideologías, métodos de trabajo, tendencias, objetivos e intereses diversos pero que deben de tener a las otras animales en el centro, entendemos que es precisa esta reflexión para destacar cuestiones que observamos y que nos conducen a pensar que el objetivo de la liberación animal, en lugar de acercarse, se aleja constantemente.
Una postura política (no el postureo que se observa en infinidad de ocasiones) y su práctica derivan del hecho meridiano de que, cualquier humana que se preocupe y luche contra la situación de las otras animales, de la injusticia, de la falta de respeto y de sintonía que se mantiene contra ellas, lo que hace esa humana es posicionarse políticamente. Cuando se trata del antiespecismo, el posicionamiento significa priorizar cuestiones básicas como el respeto de la vida y libertad de las otras animales por encima de cuestiones arbitrarias como, por ejemplo, leyes y privilegios de especie.
Desde esa perspectiva, es preocupante notar cómo en determinados contextos se están produciendo una serie de lo que podríamos llamar fenómenos, algunos de los cuales vamos a desgranar con objeto de cuestionar la realidad compartida. No haremos un análisis exhaustivo porque resultaría tedioso, sino que referiremos tres de esos fenómenos que consideramos significativos y preocupantes:
- Abandono del aprendizaje y del intercambio con compañeras, por no asistir a jornadas, charlas, conferencias, webinars, etc., excepto cuando esas actividades se rodean de gastronomía, prácticas new age, música, copas, en definitiva de diversión y entretenimiento ocioso.
- Notar cómo en ciertos contextos se acepta acríticamente, a veces incluso abiertamente, que determinadas humanas que mantienen ideologías y prácticas autoritarias formen parte de la lucha animalista porque, según muchas, lo que importa no es su ideología política sino que ayuden a las otras animales.
- Burn out, el queme, que sufren las antiespecistas por desarrollar una lucha compartida con pocas y el mucho sufrimiento que se ha de asumir por la inmensa casuística registrada constantemente contra las otras animales a las que se tortura, maltrata y asesina sin que las leyes consideren esas actuaciones delictivas como crímenes contra personas de otras especies.
Respecto al primer punto, abandonar el aprendizaje e intercambio con otras humanas, hace tan solo 10 años atrás, manifestarse a favor de las otras animales conseguía aglutinar a un buen número de humanas que, procedentes de grupos o actuando a nivel individual, se sumaban a las convocatorias. Quizá los resultados de aquellas manifestaciones no eran del orden de lo esperado a nivel político pero servían para visibilizar que las otras animales existen, están ahí, sufren y son asesinadas. Una parte importante de la sociedad presenciaba las marchas y se preguntaba qué sucedía; muchas seguían insensibles pero, es cierto, que otras reaccionaban percibiendo la barbaridad que se sigue con las otras animales. En esos tiempos también se realizaban muchas charlas, por parte de humanas buenas conocedoras de lo que acontece con las demás especies y la generalmente nutrida audiencia podía aprender, preguntar, opinar, crecer en definitiva, porque lo colectivo tiene ese sello: mejorar quienes somos al compartir y aprender juntas. Con el paso del tiempo se ha ido perdiendo el interés por ese aprendizaje a diversas bandas para, en primer lugar, alejarse unas de otras a través de las pantallas con las participaciones online y, posteriormente, con el abandono tanto de la presencialidad como de lo digital, quedando solo los likes de las redes que, aunque a veces son abundantes, carecen de valor porque no dejan de ser postureo, espontaneidad sin fundamento, divertimento o cualquier otro motivo insustancial. La tecnología es vital y nos resulta muy útil en nuestro trabajo de reivindicación, de difusión, de lucha, pero no nos ha de anular como activistas ni conducirnos a una banalidad inaceptable donde lo que tiene algún tinte académico es automáticamente rechazado. De esa superficialidad nace una dejadez resituada más tarde en la recreación de un imaginario basado en la experiencia, el estuve allí, el qué bien lo pasamos, etc., traducido en selfies, compartir birras, jaranas varias o asistir a la llamada de la atractor de moda, entendida como humana que es popular y a la que sigue un sector de la población sensible para con las otras animales. De manera que si no se dan esos factores cuando se plantea una actividad: experiencia, distracción, moda, ocio, popularidad, a la asistencia no le atrae y, por tanto, por interesantes que sean los temas que pueden compartirse, aprender y avanzar en el conocimiento de las demás animales, simplemente no importa.
Vinculado con el segundo punto que es la aceptación de humanas con perfil autoritario, la cuestión relevante es que con frecuencia, para narrar el rechazo contra la masacre de las otras animales, se compara el hecho con lo acontecido en otros tiempos y lugares con las humanas. Uno de los ejemplos paradigmáticos es el Holocausto ejecutado por los nazis. Si analizamos en profundidad, observaremos que poco o nada tiene que ver la defensa de las otras animales con los problemas de las humanas pero, sin embargo, algunas, quizá por desconocimiento quizá por ser pusilánimes o acríticas, aceptan que una humana que justifica el Holocausto pueda defender los derechos de las otras animales en la forma como lo hacen las antiespecistas concienciadas. Y que, además, esa personaje autoritaria se les una, que esté del lado de esas cuya conciencia considera inaceptable determinadas alianzas. Posiblemente lo que no perciben muchas es que defender a las otras animales es hacer política con mayúscula, es comprometerse y posicionarse. Seguir un posicionamiento político con dobleces, entendido como diferenciar entre un grupo y otro, es discriminar, lo que resulta inaceptable desde cualquier perspectiva ética.
Las humanas, más allá del sexo-género en el que se las clasifique, de su origen sociocultural, del color de su piel, de sus tendencias sexuales o de sus preferencias cotidianas, son acreedoras de respeto y consideración. Por ello, es incompatible mantener un discurso antiespecista y de defensa de los derechos de las demás animales mientras, por otro lado, se acepta la colaboración de humanas que presentan posturas fascistas o filofascistas, homófobas, sexistas, capacitistas, carnistas, etc. Sabemos que el especismo no es una realidad aislada del resto de tipologías de discriminación y dominación presente en las sociedades porque, su origen y su fundamento residen en valores, prácticas e ideologías que de no rechazarse completamente continuaran estando presentes, camuflándose o transformándose en nuevas formas para mantenerse y seguir activas silenciosamente. Un ejemplo concreto lo encontramos al imaginar que una humana fascista pueda liberar a otra animal, obviamente ese acto es muy positivo pero la ideología de esa humana es aterradora para miles, millones incluso, de humanas a las que rechaza y expulsa de su círculo moral de consideración. Esa es una noticia tremenda contra el avance de valores basados en la igualdad y contrarios a la discriminación. En resumen, es una referencia terrible para las antiespecistas que luchan por todas las animales, por la libertad y por la transformación hacia mundos más animales y menos violentos.
Por lo que refiere al tercer punto, el burn out o queme, consideramos que se dan una serie de síntomas que ponen de manifiesto la necesidad de abrir un debate en los movimientos animalistas para tratar el desaliento que experimentan muchas antiespecistas en su vida cotidiana, cuando interaccionan con humanas especistas e incluso con otras antiespecistas, para alcanzar objetivos de liberación de las otras animales. El grado de desaliento crece ante la indiferencia de que son objeto aquellas humanas que desarrollan trabajos tanto de liberación como de difusión a favor de las otras animales. Estas humanas se someten voluntariamente a tareas que las convierten en receptoras de una violencia extrema, sea en rescates de las otras animales como en trabajos de campo donde recopilan datos imprescindibles para el análisis y posterior difusión del conocimiento adquirido. Son activistas que han de presenciar cómo se tortura e incluso asesina a las otras animales, documentando los hechos para desarrollar narrativas que puedan difundirse provocando, o al menos su intento, una respuesta social de rechazo contra el maltrato y asesinato animal. Son antiespecistas que entienden que su lucha es política de corte interseccional, feminista, lgtbiq+, anticapacitista, antirracista, anticolonialista, etc. ¿Y qué ocurre con la mayoría de estas antiespecistas? Que se viven aisladas, solas, porque no hallan un apoyo explícito por parte de otras integrantes de los movimientos animalistas, más allá de la asistencia a concentraciones (antes eran manifestaciones) donde las activistas se encuentran durante el escaso tiempo que dura la acción para, posteriormente, separarse (excepto aquellas que tienen sus grupos) sin aprovechar los espacios para crecer colectivamente. Esa falta de acompañamiento provoca situaciones de ansiedad continuada que desembocan en frustración y queme que obligan en bastantes casos, demasiados incluso, a desatender la lucha porque la salud física y síquica de la activista antiespecista se resiente notablemente. Es entonces cuando se repliega para evitar el queme pero no abandona porque, entonces sí, a nivel plenamente individual, continúa su lucha consciente de su escaso poder en la defensa de las demás animales dado que el esfuerzo es completamente en solitario. Es su modo de resolver la angustia generada por la soledad que antes sentía, aunque sea creándose más aislamiento. Mantiene su posicionamiento político pero, ahora, su esfuerzo es muy poco efectivo.
Lo que es legal no significa que sea justo. Esto resulta fácil de entender para cualquier humana que observe en qué situación están las otras animales en las diversas sociedades, notando, además, el estatuto legal que las califica como propiedades, como objetos de uso de las humanas. Actuar a favor de las demás animales supone enfrentarse a esas situaciones y a unas leyes y normativas que mayoritariamente son injustas, porque desconsideran casi absolutamente a las otras animales. De esta actuación derivan consecuencias importantes: la falta de fuerza ante un sistema basado en leyes injustas; humanas que se acogen a fórmulas caducas refrendadas por normativas antiéticas y se enfrentan a las antiespecistas; las prácticas y sus hechos que no cejan en su atentado contra las otras animales bajo fórmulas obscenas y casi nunca castigadas; unas fuerzas de seguridad que amparan a las especistas y sus normativas legales; unos movimientos antiespecistas que se diluyen, dividen o se contradicen; los terribles egocentrismos de tantas humanas supuestamente antiespecistas que no colaboran con otras compañeras, interesándose únicamente por su ascenso social basado, eso sí, en la supuesta lucha por las demás animales. La casuística crece hasta el hartazgo.
Mientras todo eso sucede: abandono del aprendizaje e intercambio colectivo, no apartar a perfiles autoritarios y evitar el queme de las antiespecistas, muchas de las activistas entienden que en tanto no sea plenamente asumido el posicionamiento político que implica la lucha animalista, la efectividad de las acciones será cada vez menor o, desde una perspectiva que intenta aparecer como más positiva, que el avance en los derechos de las otras animales se realizará de un modo tan lento que habrán de ser asesinadas trillones de las demás animales para que se registren cambios a mejor en todos los sentidos, empezando con la situación de las demás animales hasta alcanzar la posible unión de antiespecistas, de modo que realmente pongan a las demás animales en el centro de sus trabajos dejando de lado, para siempre, el pensarse ególatramente porque eso es otra muestra de especismo. Es decir, una forma más de dominación y autoridad como lo es el fascismo y la represión ejercida entre y contra humanas. A pesar de todo, lo que no se olvida es que las antiespecistas concienciadas luchan por la liberación animal. Ese sí es el objetivo.
Your beliefs become your thoughts,
Your thoughts become your words,
Your words become your actions,
Your actions become your habits,
Your habits become your values,
Your values become your destiny.
-Mahatma Gandhi
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