Hace unos meses entrevistamos a Dandara Luigi y Mar Revolta, quienes han contribuido con sus textos al libro Antiespecismos Subversivos. Construções a partir das dissidências, publicado por la editorial brasileña Ape’ku. En esta ocasión contamos Martina Davidson, co-editore del libro. Os dejamos aquí buena parte de la entrevista y el enlace para escucharla completa en formato podcast.

Martina es doctorande en Bioética, Ética Aplicada y Salud Colectiva, y profesore del Núcleo de Bioética y Ética Aplicada en la Universidad Federal de Rio de Janeiro. Es lesbiana, no binarie, anarquista, militante antiespecista y transfeminista decolonial. Es miembre de la Revista Latinoamericana de Estudios Críticos Animales. Y sus temas de investigacion son los transfeminismos, la animalidad, la decolonialidad y los anticapitalismos. Es autore de los libros Repensado o veganismo y Declararam a Guerra contra a Ilha Sapatao, ambos publicados en la editora Ape’ku. También es co-editore junto a Mica Peres del libro Antiespecismos Subversivos del que hablaremos en la charla de hoy.

Antropologia de la Vida Animal: Bienvenide, Martina y muchas gracias por dedicarnos este ratito. Para quienes no te conocen ¿qué trayectorias o experiencias te han llevado a conectar la militancia con el mundo académico?

Martina Davidson: Esta pregunta me encanta porque creo que tiene bastante que ver con quién soy yo como persona porque para mí nunca fue una opción decidir separar la militancia de mi trayectoria académica, sino que creo que, todo eso, la militancia y el mundo académico siempre fue para mí un ejercicio de resistencia. La academia fue y es quizás para mí un espacio donde yo pude sistematizar determinadas reflexiones, obviamente construir también marcos teóricos que de alguna forma están nutriendo todo el tiempo la militancia, pero la academia también es para mí y siempre fue un terreno de disputa. O sea, me parece que es importante y es necesario que yo esté siempre alerta para no perder la radicalidad de los pensamientos políticos, aunque esté investigando teoría. […]. Cuando me presentás, como anarquista, no binaria, lesbiana… y me puedo presentar como neurodivergente, transfeminista y así en adelante, esto, de alguna forma, me está anunciando en los espacios académicos. Y esto genera determinados incómodos. Y estos incómodos para mí son situaciones en las que se visibilizan las falsas neutralidades que se dan en los medios académicos.[…] Pero también me permite asumir que investigar y militar son realmente prácticas indisociables, o sea, el aula no es un refugio, es un campo de batalla, y no solo en términos de teoría, sino en mi existencia misma… […]

AVA. En la presentación del libro les editores, tú y Mica Peres, habláis de que el libro surge como de una urgencia política y que se va configurando a partir de lazos políticos afectivos. ¿Puedes contarnos más de ese proceso y de las autorías que participan en el libro? Bueno, ya sabes que dos de elles, Dandara Luigi y Mar Revolta, ya compartieron con nosotres. Dejaremos los enlaces a sus entrevistas en la descripción de este episodio, pero, bueno, cuéntanos un poco más, desde tu perspectiva ¿cómo ha sido ese proceso con todas las autorías del libro?

MD. […] creo que nuestra apuesta, la mía y de Mica, fue justamente reunir voces que están abordando estas cuestiones desde perspectivas críticas. Y que están en diálogo, obviamente, con otras luchas, con luchas antirracistas, transfeministas, decoloniales. Y ese proceso se configuró, de hecho, a través de los lazos político afectivos porque, bueno, la verdad es que invitamos a gente o personas o invitamos a ideas incluso, podría decirlo para ser un poco más romántique, que nos movilizan de alguna forma más que teóricamente. Porque creo que la escritura y la reflexión colectiva siempre fueron como formas de sostenernos en un contexto de muchas crisis que estamos viviendo. […] Pensar desde el afecto implica un poco desbordar categorías rígidas con las cuales se estructuró o se estructuran, quizás, todavía un montón de luchas políticas. Y esto me permite, por lo menos a mí, abrirme a modos de coexistencia o cohabitación y transformación que ni siempre son únicamente racionalizables. Entonces el afecto no es una cosa sentimental únicamente, o una cosa romántica, sino una estructura de conocimiento. Y creo que, no sé si fue Spinoza, creo que Spinoza lo dijo, que el afecto no es solo una cuestión de emoción, sino una variación en la potencia de actuar o de ser de un cuerpo. Y creo que eso tiene bastante que ver con pensar en por qué este libro, porque justamente el afecto se aparece como un vector político y un vector epistemológico. No hay lucha si no hay afecto, por lo menos para mí. Entonces editar este libro fue una forma de demostrar que la política no es solo una cuestión discursiva o estratégica, sino que está re contra tejida de relaciones afectivas, de alianzas, de modos de tocar a otros, de ser tocades por otros, y creo que el ejemplo de Dandara y de Mar son fuertes en este sentido porque, justamente, a partir de sus experiencias, de sus trayectorias militantes y afectivas muestran la posibilidad de tejer puentes, quizás, entre saberes distintos, no solo desde lo intelectual, sino desde el afecto, ¿no? De la afectación mutua, de la posibilidad de imaginar mundos…

AVA. […] ¿Qué propuestas planteas o planteáis y estáis llevando a cabo, no ya solo con lo que presentas en el libro, sino en las prácticas de militancia en vuestro contexto, en Brasil, para resignificar, interpelar o incluso en algunos casos rechazar el término veganismo, porque hay variedad en las propuestas del libro? Y también ¿qué dificultades y tensiones encontráis en relación con ese veganismo digamos hegemónico?

[…] yo uso la idea del veganismo con V mayúscula, que sería ese veganismo dominante, tradicional… No es la idea de rechazar la práctica en sí, sino problematizar su historia y sus formas de enunciación. En ese contexto europeo, en la Segunda Guerra Mundial, se importaron, digamos, esas nociones, esas ideas, esos discursos, y eso todo culminó para que se construya una narrativa en la que el veganismo se configura como un estilo de vida centrado en el consumo… que ya me molesta bastante la idea del estilo de vida únicamente, el estilo de un grupo muy particular de seres humanos, ¿no? que en ese caso eran blancos, de clase media, europeos y así en adelante, en lugar de un movimiento que esté comprometido con una lucha antiespecista radical o interseccional. Y creo que a lo largo de su historia ese veganismo más dominante, como es, por ejemplo, el del PETA o el de Mercy for Animals y otros se consolidó en torno a una serie de valores asociados al bienestar individual, a la salud, al consumo moralizado… Y eso, de alguna forma, para mí también lo desvía un poco la idea del antiespecismo como una política de justicia radical. […] Yo creo que, bueno, no necesariamente hay que abandonar la idea del veganismo, sino, por ejemplo, empezar o seguir hablando de los veganismos, como hemos hecho con los feminismos. Reflexionar sobre esas genealogías múltiples, sobre la necesidad de ir más allá de discursos simplistas porque los veganismos fueron y siguen siendo una de las apuestas antiespecistas del mundo, pero me parece que lo que el libro trae también es que los veganismos no son la única apuesta antiespecista que existe en el mundo. No podemos reducir la lucha contra el especismo a un marco cerrado, muchas veces normativo, porque, por ejemplo, muchas comunidades indígenas, acá en Brasil (estoy hablando de Brasil más porque el libro se refiere bastante al contexto brasilero) comunidades quilombolas o afrodescendientes, campesinas, desarrollan formas de resistencia a la explotación animal que no necesariamente van a pasar por la etiqueta de los veganismos, pero están desafiando activamente el especismo y las jerarquías interespecies que fueron impuestas por la modernidad colonial. Entonces creo que la idea acá es plantear un poco la necesidad de desbordar un veganismo como marco excluyente y abrirnos también a la posibilidad de otras estrategias de lucha […] Todo lo que se propone en el libro, justamente como dijiste, hay una gama muy grande de opiniones, no es un rechazo de los veganismos, sino esa idea de que es necesaria la radicalización de las apuestas políticas de algunos de ellos, porque bueno, a mí no me interesa, o a muches no nos interesa un veganismo reformista que se encaje en ideas como el capitalismo verde o en discursos neoliberales de consumo responsable, sino que creo que queremos, muches, antiespecismos que se piensen en clave anticapitalista, en clave decolonial y anticolonial. Y que se comprometan, de alguna forma, con la desarticulación de todas las formas de opresión. 

AVA. Ahora mencionabas la cuestión de las comunidades indígenas y esta es una de las cuestiones también más complejas que se observan a la hora de establecer alianzas o vías de comprensión entre movimientos antiespecistas y movimientos indígenas o antirracistas. Y tiene que ver con el modo en que el veganismo o prácticas específicas, como el consumo de animales, a veces se emplea en distintas direcciones. Por un lado, es innegable que hay una forma de veganismo colonial, como estábamos diciendo, que está enfocado en prescribir y universalizar cómo tiene que ser el veganismo, pero luego también encontramos que las personas indígenas o racializadas que asumen prácticas veganas o se identifican como antiespecistas son criticadas, dentro y fuera de sus comunidades, porque se considera que se han aculturado, que están colonizadas. Estas críticas ya las han señalado autoras como Margaret Robinson, del pueblo Mi’kmaq o Kirsty Dunn, del pueblo maorí… y lo que señalan estas autoras, precisamente, es que se está ignorando, se está omitiendo, que los animales explotados hoy por muchos pueblos indígenas y gran parte de esas prácticas de explotación fueron traídas por la colonización. Y que hay muchas personas indígenas que justamente dejan de lado esas formas de relación como una respuesta decolonial o contracolonial. A tu parecer, ¿qué argumentos o prácticas consideras que son importantes para abrir diálogos en los contextos donde se producen estas tensiones? 

MD. Creo que es muy importante la idea de practicar una escucha activa porque muchas veces. Creo que hay un problema en el sentido de que no se reconoce que ya existen muchas voces como las que citaste vos, pero podríamos citar a Aph y Syl Ko a Harper Breeze… ya hay muchas voces de personas afrodescendientes o de personas indígenas que están hablando de antiespecismo. Y muchas veces ese discurso que está bastante cooptado por el neoliberalismo borra un poco estas voces que están hablando de eso. Y muchas veces esas acusaciones a esas voces también es una forma de invisibilización y silenciamiento que me parece que es importantísimo hablar porque, como señalan Kirsty Dunn y Margaret Robinson, como vos dijiste, la necesidad de pensar en la relación de los pueblos indígenas con los animales explotados… es necesario que en ese sentido no hagamos análisis o deducciones que se den fuera de un contexto específico. Muchas prácticas de caza, ganadería, consumo de carne en comunidades indígenas fueron impuestas por la colonización y no forman parte de sus cosmologías tradicionales. De hecho, bueno, es eso, hay personas indígenas que abandonaron el consumo de animales no humanos precisamente como un gesto de resistencia decolonial y, sin embargo, sigue pasando eso que tanto desde adentro de sus comunidades como desde afuera de sus comunidades, se les acusa de haberse aculturado y esas críticas desconocen que lo que se considera tradicional, en realidad, fue altamente alterado por la violencia colonial y que, en muchos casos, los veganismos o los antiespecismos indígenas no son una apropiación de valores occidentales, sino una recuperación de formas de vida que fueron interrumpidas por la colonización. Y aparte de todo, me parece muy interesante para mí traer la reflexión de Okara Yby, compañera antiespecista indígena acá en Brasil, que también tiene un capítulo en el libro. Ella critica la idea de que cualquier práctica de consumo en contextos indígenas sea inherentemente decolonial, porque no es como si consumir un chocolate Nestlé o ultraprocesados en una comunidad indígena fuera un acto de resistencia o una práctica contracolonial, de la misma manera que el consumo de carne no puede ser leído de forma acrítica, como una expresión de identidad cultural inmutable. Y quizás, agrego yo a eso que estas perspectivas que son simplistas, muchas veces no nos dejan complejizar la discusión, no nos dejan evitar caer en esencialismos que están reduciendo esas prácticas a un marco estático. Y esto es necesario porque es necesario atender a los procesos históricos que transformaron violentamente las relaciones de los seres humanos de forma general con los animales no humanos, con la naturaleza y etcétera. Y creo que para esto es importantísimo justamente lo que hablábamos antes, no se puede imponer un único marco al antiespecismo. No se puede dejar de reconocer la continuidad del colonialismo y cómo eso modeló la relación entre humanos y otros animales. Une no puede dejar de escuchar las voces de quienes están en la intersección de estas luchas que existen y que están hablando desde un lugar subalternizado, a partir de un lugar disidente

Martina

Martina

AVA. Volviendo al libro Antiespecismos Subversivos, tú específicamente contribuyes en él con un texto en el que abordas el especismo como un capacitismo, que esta es otra intersección que trae consigo tensiones. Ya que, si bien los estudios sobre críticos sobre discapacidad ya han cuestionado ampliamente los límites del humano y las intersecciones con el género o con la raza, se han resistido o han rechazado abiertamente a explorar los límites con la animalidad y encontrar en lo animal un punto de alianza y vulnerabilidad compartida. Y esto es algo que, por un lado es comprensible porque la humanidad negada a las personas discas, a las personas indígenas, racializadas conlleva discriminación, falta de derechos, etcétera, pero también, como denuncia Sunaura Taylor y tú mencionas en tu texto,  conlleva una forma de especismo ya que apela a una humanidad entendida en términos de derechos o privilegios que no se han alcanzado. Es decir, que no han sido reconocidos por la sociedad dominante y esto se acaba empleando como una justificación para minimizar, ignorar, incluso promover las opresiones contra los animales más que humanos. Entonces, un problema que también pone de manifiesto en el libro es lo humano y su supuesta o autoproclamada excepcionalidad… Entonces, desde tu punto de vista, ¿en qué medida… o cómo lo humano en su conceptualización moderna, colonial, es un problema que está en la base de tantas opresiones? Y ¿por qué, para vos, para ti, tener en cuenta los animales y la animalidad va más allá de los derechos animales y para hablar de derechos humanos también es clave hablar de lo animal. 

MD. Sí, para mí esto es central. Creo que yo también puedo entender la reivindicación de ocupar un espacio de reconocimiento humano, dentro de la perspectiva, dentro del contexto en el cual vivimos, ¿no? Porque, de hecho, la humanidad es, digamos, un horizonte al cual muchas personas piensan que tienen que llegar para ser reconocidas como sujetes de derecho o como sujetes no desechables, no matables, etcétera. Pero a la vez creo que va bastante interconectado con la cuestión de pensar en los antiespecismos o la animalidad más allá de una cuestión únicamente relacionada o exclusivamente relacionada con los animales no humanos. ¿Por qué? Lo que está al fondo de todo eso es la propia construcción de la idea de humano dentro de la modernidad colonial. La noción de humano, al cual yo también le voy a decir Humano con H mayúscula, nada más para poder ayudar un poco a distinguir que no estoy hablando de la especie homo sapiens, sino de una idea que va más allá de una cuestión de pertenencia a una especie, esta noción de humano fue históricamente forjada sobre un modelo normativo que excluye y subordina múltiples existencias. No cualquier sujeto es reconocido como plenamente humano. El concepto de Humano con mayúscula, se construye desde la idea de la exclusión o más que la exclusión, la excepcionalidad y termina funcionando como un marcador político de jerarquización moral, política, etcétera. […] Muchos movimientos animalistas incluso abordan al especismo o al animalismo, como algo aislado, como algo que no está necesariamente relacionado con cuestionar las jerarquías éticas y políticas que lo sostienen. Y de la misma forma que eso pasa, para grupos humanos subalternizados que están reivindicando la humanidad como horizonte político, esto tiene como consecuencia que ciertos discursos no están reconociendo la interconexión entre la animalización de los animales no humanos y la animalización de ciertos grupos humanos que fueron y son históricamente oprimidos. Con esto quiero decir que no se trata solo de ampliar la comunidad moral para incluir a los animales, sino es justamente cuestionar la propia noción de humanidad que es y fue muy usada para justificar tanto la explotación de los animales como la deshumanización, la subhumanización, la animalización de personas racializadas, neurodivergentes, discas, heterodiscordantes… 

Entonces, el capacitismo y el especismo, volviendo un poco a la cuestión del capítulo del libro, así como el racismo y el especismo,  el machismo y el especismo no están compartiendo solo estructuras de opresión, sino que están operando juntos justamente al consolidar el ideal del humano con H mayúscula. Y esto implica, para mí por lo menos, que una crítica al especismo no se puede desentender de las otras críticas, ¿no? Las críticas anticapacitistas, antirracistas, queer, ya que todas estas estructuras dependen de la producción de un sujeto humano normativo, un sujeto humano que ocupa la centralidad del sujeto moral político de la modernidad, digamos, colonial. Y que está definiendo una línea entre las vidas que son importantes, las vidas que son dignas de afecto, dignas de cuidado, dignas de vida, de vivir plenamente y las vidas que no son dignas de eso, las vidas desechables, las vidas matables, las vidas no dignas de afecto, que son todas las existencias que se colocan al lado de la no humanidad plena, la subhumanización o la animalización. […] En realidad todas las existencias que no encajamos en el ideal normativo de lo humano somos animalizadas. Entonces la animalidad es una convergencia muy importante para pensar esto. Y no solo es un punto de convergencia importante, sino que hablar de animalidad es, entonces, cuestionar la base moderna para la opresión de algunas vidas en relación a otras. El especismo, entonces, no es solo una cuestión ética, sino un dispositivo de poder que está estructurando la forma o las formas modernas de opresión, exclusión, explotación, y esto, de alguna forma, implica que nosotros tengamos en mente que luchar contra el especismo o que hablar sobre animalidad no es solo una lucha por los animales, también lo es, pero es una lucha contra las formas de exclusión que determinaron justamente quiénes son sujetes plenamente humanos […]

 

Libro Antiespecismos subversivos: construções a partir das dissidências en versión impresa para quienes están en Brasil: https://www.apeku.com.br/produtos/antiespecismos-subversivos-martina-davidson-e-mica-peres-orgs/

En versión digital para quienes están fuera de Brasil:

https://www.amazon.es/Antiespecismos-subversivos-constru%C3%A7%C3%B5es-dissid%C3%AAncias-Portuguese-ebook/dp/B0CYYPYD2W/ref=sr_1_1?__mk_es_ES=%C3%85M%C3%85%C5%BD%C3%95%C3%91&crid=2MA74L9K4BJLG&dib=eyJ2IjoiMSJ9.brtNk2Vpup_qSi421J3IfA.fRlJtWBp7pIgeDOydiVrmRPoW2RYIJoZLNaz0Khaviw&dib_tag=se&keywords=antiespecismos+subversivos&qid=1742570291&sprefix=antiespecismos+subversivo%2Caps%2C249&sr=8-1

 

 

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