A partir de mediados del siglo XX el mecanicismo empieza a ser desarticulado como principal aproximación filosófica y científica al comportamiento animal. Sin embargo, este proceso de cambio acentuó la preocupación antropomórfica, es decir, la preocupación por estar dotando a los animales no-humanos de características que siempre habían sido consideradas exclusivas de la especie humana. Como explican científiques como Jane Goodall, Carl Safina o Frans de Waal, insinuar o proponer que los otros animales podían tener, por ejemplo, estados emocionales, era considerado una falta de rigor científico.

La acusación antropomórfica continúa hoy presente en los debates científicos, sin embargo, el término ha sido dotado de nuevos matices y usos. Por un lado, la preocupación antropomórfica puede ser reconsiderada desde la perspectiva evolutiva. Cuando aceptamos que existen a) capacidades adaptativas universales como por ejemplo el dolor, b) características homólogas debido a la compartición de un antepasado común y c) características análogas por la exposición a presiones selectivas similares, el hecho de que las capacidades cognitivas y emocionales se encuentren y sean compartidas por múltiples especies se convierte en una premisa parsimoniosa.

Por otro lado, tal y como expone Marchesini (2018), tenemos cuatro alternativas posibles a la hora de analizar el comportamiento animal: 1) imposibilidad de comprensión, 2) acercamiento abiótico (mecanicista), 3) antropomorfismo proyectivo y 4) antropomorfismo crítico.

El antropomorfismo crítico, a diferencia del antropomorfismo proyectivo, evalúa el comportamiento animal en base al robusto conocimiento científico de la especie en cuestión, teniendo en consideración los datos taxonómicos, ecológicos y etológicos. Por tanto, según Marchesini, el antropomorfismo crítico se basa en dos consideraciones: a) para evaluar el comportamiento animal son necesarios puntos de comparación y referencia y b) es más correcto identificar esa referencia en la especie humana que en los postulados mecanicistas cartesianos (2018). Además, el autor añade que comparar a la especie humana con otra especie no consiste en hacer una proyección de la primera sobre la segunda, sino en evaluar los espacios de afinidad y pertenencia de ambas con el objetivo de comprender mejor las diferencias.

En este sentido, el científico Frans de Waal propone el antropomorfismo como un potencial sistema de trabajo. Además, Frans de Waal acuña el término “antroponegación”, el cual hace referencia a la aversión por reconocer las similitudes en el comportamiento entre animales humanos y no humanos. Tanto de Waal como Marchesini afirman que la antroponegación es insostenible y dañina para el progreso científico.

Para acabar de evidenciar la idea de la reapropiación de la preocupación antropomórfica, destacar el caso de la negación antropomórfica de la experiencia del dolor en peces. Sneddon y Leach, científiques especializades en la experiencia del dolor, afirman que el hecho de que los peces presenten una estructura cerebral diferente a la especie humana, no implica que éstos no puedan experimentar el dolor (2016). De este modo, la acusación antropomórfica pesa sobre quien insiste en afirmar que los peces no pueden sentir dolor porque son diferentes a los humanos, la cual cosa implica una concepción antropomórfica del sustrato neurológico para la experiencia del dolor.

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The bond, 2016. Patricia Piccinini. Escultura.  Silicona, fibra de vidrio, cabello humano y ropa.

Referencias:

Bekoff, M. (2007). The emotional lives of animals: a leading scientist explores animal joy, sorrow, and empathy — and why they matter. New World Library.

Waal, F. de. (2016). ¿Tenemos suficiente inteligencia para entender la inteligencia de los animales? Tusquets Editores.

de Waal, F. B. M. (2016). What I Learned From Tickling Apes. New York Times, 1–7.

Safina, C. (2017). Mentes maravillosas. Lo que piensan y sienten los animales. GALAXIA GUTENBERG.

Marchesini, R. (2018). Beyond anthropocentrism: thoughts for a post-human philosophy. Mimesis International.

Sneddon, L. U., & Leach, M. C. (2016). Anthropomorphic denial of fish pain. Animal Sentience, 10(Commentary on Key on fish Pain), 1–4.

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